lunes, 17 de septiembre de 2007

“Quiero una prótesis como la de Scioli”

Nota publicada en el Diario Perfil el domingo 15 de octubre de 2006
POR CYNTHIA GARCIA
A los 7 años, Hernán Bello perdió un brazo cuando trataba de darle de comer a un oso en el zoológico de Jorge Cutini. Después de 18 años, la Justicia Civil condenó a Cutini, a la coordinadora de la visita, a la Municipalidad de Esteban Echeverría y al Estado nacional a pagarle 1.020.000 pesos, pero el Estado interpuso un recurso y volvió a retrasar el pago, que se efectuaría con bonos en 2007. Hernán tiene hoy 25 años, está casado, tiene una hija y reclama por justicia.

El 8 de octubre de 1988, Hernán Bello visitaba el zoológico natural Mundo Animal, de Ezeiza, conocido por las participaciones televisivas de su dueño, Jorge Cutini, en un paseo organizado por la Caja PAN, que coordinaba actividades para alumnos de escuelas públicas.
Bello, que tenía 7 años, se alejó del grupo de niños, pasó un alambrado roto y trató de darle de comer a un oso pardo enjaulado. Metió su brazo izquierdo, y el animal no distinguió dónde terminaba el sándwich y comenzaba la mano del chico. Y mordió. “El oso no tuvo la culpa”, recuerda Bello, que hoy tiene 25 años. Pero no olvida los gritos, la nube en los ojos: “Alguien que me levantó en brazos, y mi mente que repetía: ‘Me muero, me muero...’”.
A 18 años de la tragedia la Justicia en lo Civil confirmó la sentencia condenando solidariamente a Jorge Cutini, a la coordinadora de la visita al zoo, al Estado nacional y a la Municipalidad de Esteban Echeverría a pagarle 1.020.000 pesos.
La única parte que interpuso un recurso extraordinario fue el Estado nacional, retrasando el cumplimiento del pago en bonos de deuda pública. Con mucha suerte, Hernán cobraría en 2007, pero todavía eso es sólo una probabilidad.
Para Bello las culpas son compartidas: “El zoológico, Cutini, la Municipalidad de Esteban Echeverría, por no tener la seguridad que tenían que tener. Yo no fui el primero que pasó, otros chicos habían cruzado el alambrado antes, ellos ya estaban ahí, al lado de la jaula. No había nadie que nos impidiera el paso”.
Hernán habla poco, lo intimida este día soleado en el Zoológico de Buenos Aires. “Vine por la nena; si no, no venía”, explica mientras alza a su hija de dos años con su fuerte brazo derecho. Se siente un padre temeroso, mira para todos lados: “Tengo miedo hasta de los animales sueltos, sé que son inofensivos pero temo que la muerdan. Mi hija y mi señora me cambiaron la vida”, confiesa.
Hace cuatro años que está en pareja con Alejandra, la hermana de su mejor amigo: “El y toda su familia nos ayudaron para que este amor fuera. Siempre me costó relacionarme, soy tímido y no tengo un brazo, no podía acercarme a las chicas”. Asegura que se siente desamparado y frustrado por la pobreza que le impide comprarle a su hija cosas tan elementales como pañales o yogur.
Bello proviene de una humilde familia de Rafael Castillo, su padre y su tío son pintores de brocha gorda y él aprendió el oficio. Trabaja con ellos como asistente desde los quince años. Abandonó la secundaria en primer año asediado por los compañeros que lo señalaban como “el manco”. Su madre, Amalia Ifrán, cree que “la pobreza también es ignorancia y falta de oportunidades. Nosotros por ser pobres no supimos resolver muchas cosas. Nadie nos ayudó, nunca tuvimos un subsidio por discapacidad; el primer año los jugadores de Boca sí estaban con él: el ‘Mono’ Navarro Montoya lo llevaba a los entrenamientos, le compraba útiles escolares, zapatillas, pero un día nos levantamos y todo ese sueño se había terminado”.
La ausencia de la extremidad nunca fue suplida por una prótesis. El fantasea con un brazo artificial, mecánico, que lo ayude a trabajar: “Quiero una prótesis como la de Scioli”, se ilusiona. Bello intuye que sin la tragedia todo hubiera sido diferente: “Mi vida con el brazo que me falta sería una vida de trabajo. No hubiera dejado de estudiar, podría haber pensado en otras cosas y no todo el tiempo en quién me miraba y quién no. Podría haber sido otro, mejor que el que soy”.

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