sábado, 21 de julio de 2007

En 2015, habrá 600 mil pacientes con demencia

Nota publicada en el Diario Perfil el domingo 8 de julio de 2007
POR CYNTHIA GARCIA


La creciente longevidad de la población, el estrés y un sistema sanitario insuficiente forman una conjunción explosiva. El tratamiento pasará por un cóctel de drogas preventivas. Cómo impacta la enfermedad en las personas y la familiar.

No hay una cura ni se sabe la causa. La demencia es un síndrome médico que involucra un déficit intelectual progresivo con impacto en la vida diaria. Y afecta cada vez a más gente.
“Al aumentar la expectativa de vida de la población aumenta la demencia y nuestro sistema de salud no está preparado para eso”, explica el Dr. Facundo Manes, director del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro y del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).
“La principal variable para que aumente la demencia es que hay más viejos. Para el año 2020 existirán en Latinoamérica países como Chile, México, Argentina y Uruguay con un avanzado proceso de envejecimiento. El aumento de la demencia va a ser un problema económico tremendo. En 2050, una de cada 85 personas en el mundo tendrá Alzheimer, la causa más frecuente de demencia y eso ocurrirá también en la Argentina”.
Manes agrega que en los países en desarrollo la demencia es poco diagnosticada: “Este subdiagnóstico se produce por razones culturales como interpretar que los síntomas iniciales son producto de una declinación mental normal, lo que es un error: envejecimiento no quiere decir deterioro intelectual, uno puede llegar a los 110 años perfecto intelectualmente. Por otra parte, hay médicos generalistas que no tienen educación sobre el tema, otros que no tiene tiempo para evaluar a la familia antes que al paciente, lo cual es necesario. Para que todo lo anterior no ocurriese en Argentina, debería existir otros sistema de salud”.
Manes cree que el futuro será un cóctel de drogas que retrase los efectos de la enfermedad: “De hecho, existes medicamentos que de alguna manera lo hacen, son paliativos que mejoran las condiciones”.
Respecto al porcentaje de personas que padecen demencia y tienen acceso a los medicamentos que retrasan la enfermedad, el especialista pintó un panorama tenebroso: “No tenemos el dato pero intuyo que es una deuda enorme que tenemos los líderes en demencia. De hecho, INECO nació para investigar. Todo lo que ganamos acá lo invertimos en investigación. La idea es que Argentina tenga un polo científico de primera. Este debería ser un proyecto de la UBA o del Estado. Lo hicimos nosotros porque sino me tenía que ir del país”, dice.

Casos en alza
“Según los datos poblacionales del INDEC, para 2015 en Argentina habrá 600.000 pacientes con demencia”, afirma el doctor Carlos Regazzoni, médico especialista en medicina interna. ¿Mucho, poco o normal? “Cuantitativamente es una barbaridad, es muchísimo. Un paciente con demencia va a vivir años con una enfermedad que lo va a dejar postrado. Además, la mayoría de esas personas van a ser pobres”.
El aumento de la demencia en países pobres como Argentina se potencia; continúa Regazzoni: “Cuando se analiza el impacto social de un enfermo demente hay dos o tres cuestiones: la primera es que la enfermedad impacta socialmente porque genera dependencia, el drama humano de la enfermedad: necesitará que lo cuide, involuntariamente hará sufrir a otros, enfermará al círculo familiar. Lo segundo es que generará un gasto difícil de asumir para la mayoría de los enfermos y para el Estado, que no tiene una política pública para esta enfermedad”.
Manes agrega que “la demencia tiene un costo económico tremendo, no sólo por los gastos del paciente –internación, medicamentos- sino porque afecta a la familia. Esta enfermedad crónica produce estrés, ansiedad y depresión en el ámbito familiar”.

lunes, 2 de julio de 2007

Argumentos periodísticos para publicar las fotos


Editorializa Sandra Russo en Página/12
¿Otra vez vamos a discutir qué es una noticia? ¿Otra vez vamos a argumentar en contra del mal uso de pantalla? Yo no estoy a favor de medidas restrictivas, ni en este caso ni en casi ninguno. La salvedad es por las apologías del delito y algunas otras pocas cuestiones. La libertad tiene sus riesgos, pero ninguno de ellos es tan atroz como para renunciar a la libertad.

Otro periodista, Mariano Montali, en su blog “Milanesa de alma”, publica:
Creo que ya no hay más límites, porque se corrieron, son difusos, imperceptibles. ¿Alguien me puede explicar para qué sirve poner en pantalla esas imágenes?

Yo, Cynthia García digo:
No me volví loca ni inconsciente de repente. Ni me vendí al impacto, ni me corrí de la ética. Las imágenes de la escena del crimen donde yace el cuerpo de Nora Dalmasso son un documento, aportan a la información, cierran las interminables elucubraciones sobre cómo murió.
Es ella, está ahí, murió de esa manera. Son fotos tremendas pero desprovistas de las hipótesis sobre amantes, incesto, poder y homosexualidad que llenaron las hojas, las pantallas y los parlantes sin que el COMFER hablara.
Durante mucho tiempo seguirá debatiéndose en mi interior las dudas sobre el dramatismo, el buen gusto y la mirada familiar de la víctima. En el balance ganó el derecho a la información. Las fotos son noticia, aportan datos de la investigación donde lo que se discute es precisamente la “escena del crimen”.
Hoy veo en la revista VIVA la “escena del crimen” de los curas palotinos, asesinados, acribillados, tirados en el piso. Nadie se inmutó. Debatamos sobre la ética, hablemos de periodismo, dejemos la hipocresía para otro momento.